martes, 5 de agosto de 2014


Mastanawas en Lima II

            Con mi esposa decidimos orar para que Dios haga su obra sobrenatural y bendiga a Naibibi con la operación. Esto lo compartimos con la iglesia de Lima para orar más de lo que ya se estaba orando. Dejamos pasar las semanas y creo un par de meses, y volvimos al ataque. Un día  fuimos de visita a la casa de la familia de Naibibi en Purús y les dijimos que nosotros íbamos a viajar a Lima y si ellas querían viajar para la operación, nosotros las íbamos a acompañar. Vimos en sus rostros cierta alegría y volvieron a animarse. Comenzamos nuevamente con el proceso de conversación y organizar todo.

            Conversamos varias veces con sus padres, abuelos, familiares y líderes de los mastanawas. Había un consenso casi general: “nos iban a volver a hacer lo mismo de la primera vez”, o sea nos defraudarían una vez más. Lo interesante es que Naibibi era la más segura, esta vez si se iba a operar.

Madre e hija el día que llegaron a Lima.
            Viajamos a Lima y con una hermana que trabaja en la Clínica de la operación comenzamos todos los exámenes previos a la operación. Semana y media antes de la operación le pusieron las bota de yeso y gracias a Dios esta vez no se sacó a pesar de los dolores que le causaron. Ella estaba decidida. Dos días antes de la operación comenzó a dudar pero Dios uso a otras personas que ya habían sido operadas y pasaron por ese proceso para animar a Naibibi. El día señalado para la operación, muy temprano fuimos a la clínica  y esperamos hasta las dos de la tarde. La operación duro como tres horas. Gracias a Dios, Naibibi se llegó a operar.

            En realidad, la operación ni lo sintió, pero los dolores pos-operatorios, si que fueron muy terribles y le sacaron muchas lágrimas. Actualmente ya pasaron los dolores y estamos entrando a la etapa de la terapia. 

                Esto nos enseñó a perseverar cuando se trata de ayudar al prójimo. Es fácil dar lo que no nos cuesta, pero en la biblia dice: “… tampoco le voy a ofrecer (a Dios) sacrificios que no me cuesten nada” (2 samuel 24:24).


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