jueves, 7 de agosto de 2014

Marginados, burlados y sentenciados 

            Ya conocemos algo de la cosmovisión Mastanawa y sabemos que es una sociedad que margina, incluso con miembros de su misma sociedad. Dentro del grupo que son marginados están los ancianos por el mismo echo que ya no son mano de obra útil. Otros que son marginados son aquellos que no hablan nada de castellano y también aquellos que han vivido dentro del monte como nómadas.
            Otro grupo que es marginado y burlado son aquellos que tienen alguna deformación en el cuerpo. Estas personas comparten la vida diaria con sus paisanos pero se sabe que no podrán tener pareja, y llevan una vida de vergüenza cuando socializan con otras etnias o con mestizos.

            Una de las madres de un indígena que tiene una deformación que aparece a la vista nos contó que su hijo no tenia problemas cuando era niño, pero cuando ya crecio comenzó a recibir burlas de todo tipo. Eso le preocupaba a su madre porque los años pasan, ella ya se pone vieja y su hijo se mantiene solo.

            Nos decidimos a conversar y tener amistad con una de las personas con defectos físicos y nos hizo revelaciones que nos sorprendieron y que nos llevó a conocer más la cultura mástanawa. La abuela nunca estuvo de acuerdo con que le hicieran algo a su nieto que lo lleve a mejorar su estado físico porque dentro, muy dentro de su cosmovisión tienen la creencia que si nació así, así tiene que quedar. En general, ellos creen que si las cosas suceden, es para que quedén tal como están porque no se puede hacer nada. Pueden vivir toda una vida sentenciados por la sociedad porque su cosmovisión manda, pero nosotros que vivimos en ciudades grandes creemos y sabemos que se puede hacer algo por ellos.


            Quién no sabe la siguiente frase: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Sólo falta ponerlo en práctica con aquellos que son avergonzados, marginados y sentenciados.


martes, 5 de agosto de 2014



¡No te vayas, Dios te ha enviado !
           
            En el cuarto año de nuestro trabajo con la etnia mastanawa, nos comenzó a venir una desazón de todo lo que estábamos haciendo con ellos porque veíamos que no avanzábamos, los indígenas seguían igual, continuaban usándonos para satisfacer sus necesidades y otras cosas más. Nos pasó varias veces por la mente el dejar de trabajar con ellos y dedicarnos a otro ministerio que no implique tanto sacrificio y sea más cómodo.

Baya, con sus hijos.
            Compartimos con un par de amigos mastanawas que al finalizar el cuarto año de trabajo nos íbamos a Lima y probablemente ya no íbamos a regresar. Pasaron unos días y los mastanawas se pasaron la voz rápidamente y comenzaron las habladurías sobre lo que compartimos y algunos estaban de acuerdo con que nos vayamos y otros nos vinieron a buscar para saber de primera mano lo que estaba sucediendo. Aunque dijimos que nada estaba seguro, para ellos ya todo estaba decidido, -no retornaríamos-.


            Uno de nuestro ayudantes de idioma vino con su familia a visitarnos a la casa en Purús y nos dijo que estaba triste por la noticia. Otra mastanawa me increpo y nos dijo que ella estaba esperando que le enseñemos de Dios y hasta ahora no hicimos nada. Varias personas nos hablaron al respecto y poco a poco nos íbamos dando cuenta que realmente habían indígenas que nos tomaban en cuenta y estaban al tanto de nosotros.

            Finalmente, tenemos un amigo mastanawa que aunque nos engañó varias veces, siempre nos viene a visitar y compartimos buenos momentos. También una de sus habilidades es manejar el castellano mejor que la mayoría de sus paisanos y eso le hace superior al resto de su comunidad. El vino a visitarnos con su esposa y para variar estaba ligeramente mareado (borracho), había tomado trago. Entro lleno de barro en los pies a la casa y comenzó a llorar, yo no sabia lo que pasaba. Su esposa tenia la cabeza gacha y no decía nada. Entonces, mi amigo mastanawa habrio la boca y dijo: “Hermano, tú no nos puedes abandonar porque Dios te ha enviado”.

            Baje mi cabeza y no les quise mostrar mis lagrimas. Sus palabras fueron mis propias palabras que compartí con ellos cuando llegamos por primera vez a su etnia.




Mastanawas en Lima I

           
Naibibi es una adolescente mastanawa que por estos días está en Lima por un motivo muy trascendental en su vida y esperamos en la vida de la etnia Mastanawa.  Naibibi nació con una deformidad en ambos pies y desde los primeros días que la vimos en Purús, dijimos que Dios podría hacer algo por ella. Hablamos con ella y sus padres para ver si deseaban que los pies de naibibi mejoren por medio de un viaje a Lima para que sea operada. Al principio ellos estaban dudosos porque según nos contaron que el gobierno regional de Ucayali ya le habia prometido operarla en Lima, pero no se pudo concretar por diferentes motivos.

            Con el tiempo, ellos aceptaron viajar a Lima y nosotros compartimos el desafió con algunas iglesias y gracias a Dios la IACYM de Miraflores-Lima acepto el reto y ofrendaron para cubrir todos los gastos de estadía, operación y rehabilitación.
            Mientras mi esposa y yo nos quedamos en Purús haciendo la obra misionera, enviamos a Naibibi con su mamá hasta Lima para que inicie su proceso de operación, pero rápidamente se desanimaron porque nunca antes habían estado en una ciudad tan grande. Pasaron la entrevista con el doctor y se mandó que le pusieran botas de yeso a Naibibi. No terminó el día y ella se los sacó, destrozando las botas de yeso con sus manos porque le incomodada y generaba dolor.

            Ellas me llamaron y me dijeron: “Hermano, sino me haces regresar yo (Naibibi) me voy a escapar”. Estaban desesperadas y todo lo que habíamos acordado quedó borrado. Las hicimos regresar y nos encontramos en Purús. Ellas estaban como si no hubiera pasado nada y delante de sus paisanos estaban orgullozas porque habian conocido Lima. Eran admiradas porque son unas de las pocas Mastanawas que han viajado hasta Lima


            Por otro lado, nosotros estábamos decepcionados y la iglesia en Lima también porque normalmente uno espera que todo vaya bien ya que estamos ayudando a personas con mucha necesidad, pero con los Mastanawas nunca se sabe. Lo que no sabíamos es que Dios nos iba a dar otra oportunidad de bendecir a la adolescente mastanawa.



Mastanawas en Lima II

            Con mi esposa decidimos orar para que Dios haga su obra sobrenatural y bendiga a Naibibi con la operación. Esto lo compartimos con la iglesia de Lima para orar más de lo que ya se estaba orando. Dejamos pasar las semanas y creo un par de meses, y volvimos al ataque. Un día  fuimos de visita a la casa de la familia de Naibibi en Purús y les dijimos que nosotros íbamos a viajar a Lima y si ellas querían viajar para la operación, nosotros las íbamos a acompañar. Vimos en sus rostros cierta alegría y volvieron a animarse. Comenzamos nuevamente con el proceso de conversación y organizar todo.

            Conversamos varias veces con sus padres, abuelos, familiares y líderes de los mastanawas. Había un consenso casi general: “nos iban a volver a hacer lo mismo de la primera vez”, o sea nos defraudarían una vez más. Lo interesante es que Naibibi era la más segura, esta vez si se iba a operar.

Madre e hija el día que llegaron a Lima.
            Viajamos a Lima y con una hermana que trabaja en la Clínica de la operación comenzamos todos los exámenes previos a la operación. Semana y media antes de la operación le pusieron las bota de yeso y gracias a Dios esta vez no se sacó a pesar de los dolores que le causaron. Ella estaba decidida. Dos días antes de la operación comenzó a dudar pero Dios uso a otras personas que ya habían sido operadas y pasaron por ese proceso para animar a Naibibi. El día señalado para la operación, muy temprano fuimos a la clínica  y esperamos hasta las dos de la tarde. La operación duro como tres horas. Gracias a Dios, Naibibi se llegó a operar.

            En realidad, la operación ni lo sintió, pero los dolores pos-operatorios, si que fueron muy terribles y le sacaron muchas lágrimas. Actualmente ya pasaron los dolores y estamos entrando a la etapa de la terapia. 

                Esto nos enseñó a perseverar cuando se trata de ayudar al prójimo. Es fácil dar lo que no nos cuesta, pero en la biblia dice: “… tampoco le voy a ofrecer (a Dios) sacrificios que no me cuesten nada” (2 samuel 24:24).