lunes, 13 de abril de 2015



Dos hijos de Lucia
SAÚL, ¡NO TE MUERAS!  
 
Lucía, una mastanawa con muchos hijos y todos varones. Ella vive en una de las comunidades de la etnia Mastanawa en el bajo Purús. Es costumbre en algunas madres indígenas llevar a Puerto Esperanza a sus hijos cuando están enfermos de gravedad. A veces se trasladan en sus botes a remo, lo cual les lleva varias horas y esfuerzo. Otras veces buscan a alguien que esté pasando por el río y les piden el favor de llevarlos a cambio de dinero.
 
Encontré a Lucía en Puerto Esperanza con sus dos hijos menores. Uno de ellos estaba enfermo de gravedad por varios días y me dijo que ya el doctor le había chequeado y le dieron su medicamento pero no mejoraba. El nombre del niño es Saúl.
Miré al niño y estaba muy pálido, flaco, muy sucio y con la boca seca. Inmediatamente vino a mi mente una escena muy parecida de algunos años atrás cuando una niña, en iguales condiciones, la llevamos a la posta de salud pero como su estado ya era muy grave, falleció.
Yo no quería que pase lo mismo. Me dije a mi mismo, ¨No permitiré que este niño muera¨.
 
Llevamos nuevamente a Saúl al doctor y esta vez le recetó un jarabe. Fuimos a la tienda a comprar leche, quaker, azúcar, pan y fruta, y les hice preparar alimento para el bebé.
Lo sorprendente de esto fue que Lucía había dejado su comunidad hace dos días y no habían comido nada. Saúl era un niño con desnutrición crónica. En realidad la mayoría de los niños indígenas están en esa situación y ahora que tengo un bebé es un dolor que no puedo pasar por alto.
 
Por varios días le dimos alimento y pedimos a Dios su sanación. Finalmente se recuperó lentamente hasta que retornaron a su comunidad con Saúl más fortalecido. Agradecemos a Dios
 
Seguramente, en la medida que pasemos más tiempo en Purús, ese tipo de situaciones serán pan de cada día, pero deseo tener las fuerzas para hacer algo por esos niños indefensos para que accedan a derechos fundamentales como la alimentación sana y la educación.
 
ESPÍRITUS DERROTADOS POR UN CUERNO

Al retornar a Purús para nuestra segunda etapa de ministerio, encontré que nuestra casa estaba llena de mucha hierba que había crecido. También había cantidad de arañas, una víbora e indicios de pericotes... Todo dentro de lo previsible.
Como el terreno que tenemos es un poco grande, busqué ayuda para limpiarlo a punta de machete.
Uno de esos días, un ayudante que era Mastanawa encontró un huesito delgado y largo. 1 centímetro de ancho por unos 10 Cm. de largo Aprox.
En un tiempo de descanso agarro el huesito y nos explicó lo que significaba para él.
Hermano misionero -dice el indígena Mastanawa- Hay espíritus más poderosos que otros en nuestras comunidades. Cuando un paisano -un Mastanawa- ha sido afectado por un espíritu, tú puedes conseguir un cuerno de ganado y lo quemas, la ceniza de ese cuerno le pones en la persona que ha sido afectada por el espíritu y se sanará de cualquier mal que le haya hecho el espíritu.
Pero cuando el espíritu es más poderoso -continuó el Mastanawa- esa ceniza de cuerno de ganado no le hará nada.
 
¿Y que podemos hacer?
 
Para eso nosotros vamos de caza y buscamos un venado macho, lo matamos y le sacamos su cuerno.
Este cuerno -mostrando el huesito- es poderoso para echar malos espíritus de las personas afectadas.
Tú quemas el cuerno de venado, y la ceniza se pone en la persona que tiene algún mal y luego se pondrá bien porque esa ceniza es más poderosa que cualquier espíritu.