sábado, 9 de febrero de 2013

                                            EL SAPO VENENOSO

          Hay una costumbre muy remota y es practicada por algunos hombres mastanawas, aún todavía no se ha investigado las consecuencias de esta práctica.
           Un día Keyuni vino de cazar un sajino (chancho salvaje), muy alegre él y toda la familia, nos mostró una de sus manos y en su muñeca habían dos puntos que estaban cicatrizado, ¿qué pasó? – He cazado porque esto me ha dado puntería- respondió.
           Otro día con más tranquilidad le pedí que me contara lo que había sucedido. Dice keyuni, que cuando él ve que falla al disparar a algún animal, o no encuentra nada cuando sale a cazar es porque algo está pasando (en su mundo espiritual), entonces es tiempo de entrar a lo profundo del monte (bosque) para buscar una especie de sapo que tiene veneno en su lomo llamado por ellos “Pohotete”.
            Encuentran al sapo y lo llevan a la comunidad. Una vez en la comunidad la persona que va a practicar el ritual comienza a tomar bastante masato (bebida hecha a base de yuca) o algún otro líquido. Hasta estar totalmente lleno. Cuando ya no puede tomar más líquido agarra una espina y comienza a pásalo por el lomo del sapo, éste suelta su veneno y cuando la espina tiene suficiente veneno, la persona comienza a pincharse en la muñeca muy cerca donde inicia el dedo pulgar. Después de unos minutos la persona entra en un trance y comienza a vomitar todo el líquido que tomó. Según nos cuenta no todos los hombres adultos se atreven a practicarlo, pero los que lo hacen son considerados valientes.
         Al día siguiente Keyuni trajo el sajino, fue después de haber practicado el ritual. Ya son 2 veces que lo hace en su vida y no sabemos si esto tiene algún tipo de consecuencias.
          Si saben algo al respecto nos agradaría su comentario.

Las mujeres y el embarazo.
         Generalmente ocurre que las mujeres mastanawas se embarazan a temprana edad, en algunos casos cuando entran a su adolescencia. Producto de la inmadurez muchas veces se separan de su pareja o tal vez nunca llegan a convivir.
           Sucede también que es un gran desafío para la madre hacer que el bebé sobreviva en sus primeros años de vida ya que es allí cuando se enferman a consecuencia de la falta de higiene, falta de vitaminas y minerales en su alimentación.
           Recientemente nos ocurrió que una mujer mastanawa separada y con dos hijos aceptó una propuesta de trabajo en la ciudad de Pucallpa y dejó todo por aceptar el trabajo. Cuando la madre deja a los hijos, generalmente los abuelos son los que se hacen cargo o algún otro familiar.
        Cuando encontramos a esta mujer mastanawa en Pucallpa, la encontramos estirada en su cama y según ella con dolores en todo el cuerpo ¿qué ocurrió?
        ¿mi  shara me? (¿cómo estás?) le preguntamos y nos respondió que ya hace varias semanas no se levanta, ni tiene apetito y tenía un dolor al costado del vientre. Al día siguiente la llevamos al hospital, le hicieron sus análisis. Diagnóstico: “embarazada” y seguramente por falta de alimentos también tiene anemia.
           Nos contó que la persona que la contrató le dio un adelanto de dinero y también la indujo a tener relaciones sexuales, ella confiada en los métodos anticonceptivos accedió, pero ahora está embarazada…y ¿él lo reconocerá y pagará pensión? Creemos que no.  Ella está esperando un vuelo que la lleve de vuelta a Purús y continuar su vida allá después de su mala experiencia en Pucallpa.
          Surgen muchas interrogantes y malestar hacia aquellas personas que abusan de los más pobres. Desearíamos que tengamos como parte de nuestro equipo a alguna persona o pareja que trabaje con los mastanawas en Pucallpa y que ayude a que la transición de vivir en la comunidad hacia una vida en la ciudad no tenga consecuencias irreversibles y negativas para los mastanawas.


¡Denuncien a los ladrones!
        ¿Qué harías si alguien te roba algo de valor y tú sabes quién es? Lo más probable es que lo denuncies y la policía se haga cargo. Pero si los que te roban son las personas a las que Dios te envió a predicar el evangelio ¿qué harías?
        El año pasado recibimos un bote como ofrenda y en Purús es muy importante tenerlo para viajar a las comunidades. Pero a inicios de este año, nos lo robaron. Sabemos quiénes fueron y sabemos que se lo llevaron a Brasil, según algunas personas nos cuenta que ellos acostumbran llevar los botes para el lado brasilero y venderlo.
       Mi esposa y yo entramos en un dilema porque no sabíamos qué hacer. Ir a reclamarles y perder su amistad, poner una denuncia, decirles que nos paguen, no volver a hablarles,… ¿qué hacer?
        Algunos nos aconsejaban, denunciar a los ladrones, pero con el pasar del tiempo sabemos lo que eso implica entre los mastanawas.
         Nos ponemos a pensar en Jesús quien no tomó la justicia en sus manos si no que lo encomendó a su Padre. Humanamente confieso que no me gusta que me tomen por tonto porque sé que al no decir nada; ellos pueden volver a hacerlo y así burlarse nuevamenteya quelos misioneros no reclaman. Hay situaciones que encontramos en el campo misionero y que nunca antes lo habíamos pasado.

La picadura de raya
        Un par de adolescentes mastanawas nos venían a visitar seguido, especialmente para trabajar en algo y así ganarse una propina. Eso nos parecía correcto para que aprendan a conseguir las cosas trabajando. El problema era que cuando estaban solos sacaban su resortera y comenzaban a matar a las aves, sin otro motivo que practicar la puntería, sinceramente eso nos molestaba, especialmente a Noemí porque a ella le agrada el canto de las aves. Entonces varias veces tuve que decirles que no lo hagan al menos dentro de nuestro terreno, pero no hacían caso. Decidimos ya no darles trabajo al menos por un tiempo. Cuando retornaron hicieron lo mismo y les pedimos que se retiraran del terreno y uno de ellos se rebeló y no quiso salir. Bueno después de algún rato, se retiró pero de mal humor.
        Por varios días pensamos en cómo ganarnos su amistad y lo encomendamos a Dios. Un buen día fuí a visitar a la familia de este muchacho y encontré que toda su familia estaba preocupada y de pena, porque al muchacho le había picado una raya en su pie.
        En época de lluvia es común encontrar rayas a orillas del río Purús, esta le picó con su aguijón en su piel y ocasionó a primera instancia un fuerte dolor, luego el pie se hinchó, sangró y comenzó a infectarse por falta de curación. Agradecí a Dios porque vi que era una gran ocasión para mostrarle el amor incondicional que aprendimos de Cristo. Lo llevamos a casa, le curamos, le dimos pastillas y también le regalamos unas sandalias para que no ensucie la curación, ya que él no tenía ni un par. Así Dios inició una buena amistad con el muchacho gracias a Dios.
El absceso, una infección

Curando el absceso

        Temprano en la mañana vino a buscarnos uno de los ancianos de la comunidad mastanawa de Sinaí, junto con su esposa. Cuando nos comenzó a hablar, vimos que no se podía parar bien, y se quejaba de un dolor en la espalda ¿qué sucedía?
         Nos contó que días atrás le había salido un absceso (acumulación de pus en un tejido orgánico) que en la región de la selva del Perú se le conoce como “chupo”.
        Este absceso tenía la particularidad de que era gigante, es decir, tenía el tamaño fuera de lo normal. Le dimos algunas pastillas para contrarrestar la infección, también le curamos y poco a  poco fue mejorando.
        Parte de la costumbre de algunos indígenas es que cuando ven que ya está mejorando abandonan el tratamiento y eso es lo que ocurrió con el anciano de Sinaí
           Actualmente ya se encuentra mejor pero con algunas cicatrices. Estas infecciones son comunes por varios factores, uno de ellos es que el agua misma es contaminada y hace que sus heridas se infecten. Oramos para que cada comunidad mastanawa tenga su propio pozo de agua limpia. Dios lo conceda.