jueves, 1 de agosto de 2013

Tumbo a lado de un limón y una papaya.

EL TUMBO GIGANTE

            Un día unos vecinos indígenas nos regalaron un fruto muy grande y nos dijeron que era “Tumbo”. Los tumbos que nosotros conocíamos eran apenas  la mitad de la palma de la mano, pero este que nos habían traido era dos veces más grande que la palma de la mano. Realmente sorprendente, nunca vimos un tumbo tan grande. Nos vino a la mente los frutos de la tierra prometida.

            Mi querida esposa como siempre juntando semillitas de todo lo que tenga semilla, no desaprovechó la oportunidad y sacó las semillas del tumbo gigante, las plantó junto a nuestro tanque de agua y poco a poco comenzaron a germinar. En realidad aquí en Purús botas pepa de mango y a las semanas ya está creciendo la plantita, lo mismo con la guaba,  y otros frutos.

            Nuestra plantita de tumbo rápidamente va creciendo y sus ramas son bien largas que ya están trepando la estructura del tanque de agua. Esta última vez que entramos a Purús, después de estar en Lima por el congreso misionero, nos dimos cuenta que había cantidad de ramas, desordenadas y tiradas por los suelos. Entonces, una tarde comenzamos a ordenarlo y vimos que por las ramas sale unos ganchitos que hace que la rama se sujete pero bien fuerte, aunque las ramas son bien delgadas, se sujetan de lo que encuentren. Nos resulta sorprendente que esas ramitas sostengan a tremendo fruto, el tumbo. Que hermosa que es la naturaleza que ya tenemos el primer tumbo y está bien sostenido por las ramas.

            Pensaba en nuestra relación con Dios. Nosotros somos como las ramas débiles, pero si nos sostenemos con gran fuerza en Dios, nuestros buenos frutos serán inevitables.

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