¿De dónde viene y
a dónde va el viento? (Juan 3:8)
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En
los tiempos de Jesús esa era una pregunta que no se podía contestar porque no
tenían la tecnología respectiva para averiguarlo, pero hoy en día sí se puede
responder esa duda. En la aviación a diario se pregunta y se responde
especialmente al decolar y aterrizar, momentos cruciales.
Pero Jesucristo no apunta a responder tecnológicamente esa pregunta, si no que Jesucristo está queriendo dar a entender que un cristiano controlado por el Espíritu Santo va por caminos que al hombre común le son extraños, desconocidos y no puede determinarlos porque son caminos del Espíritu.
Después
de nuestra preparación transcultural, lingüística y bíblica, nos sentimos como que
ya conocíamos lo suficiente para trabajar en el campo y cada vez que entrábamos
en duda, solo tendríamos que recordar lo aprendido y solucionar los problemas,
pero poco a poco nos dimos cuenta que una es la teoría y otro cantar es poner
en práctica la teoría… ocurrió en varias ocasiones que no recordamos lo aprendido, buscamos los manuales queriendo
encontrar la solución a las contrariedades, pero no la encontramos.
Qué
fácil se hace cuando algo o alguien te dice lo que debes hacer, eso es bueno
cuando uno está en preparación, pero cuando ya estás en el campo mismo, muchas
veces no hay quién te dé la solución, no hay quién te muestre el camino. En ese
momento es cuando uno debe escuchar al Espíritu Santo. En realidad, en todo
momento uno debe ser guiado por el Espíritu Santo, pero hay momentos en los
cuales lo aprendido terrenalmente no es suficiente y es necesaria una relación
profunda con Dios para que la puesta en práctica de su voluntad no sea un
misterio insondable.
Gracias
a Dios que tenemos la Biblia, el leerla nos instruirá en el camino de Dios y
también nos animará, nos renovará y nos infundirá fortaleza para continuar.
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