sábado, 21 de septiembre de 2013

Tohodi sonriendo y con su familia


SI TE HUMILLAN Y AVERGUENZAN, ¡Aprovéchalo!

            En el 2010, en nuestra primera visita a las comunidades mastanawas, llegamos a una en particular que ya nos habían contado que sus habitantes eran muy rebeldes y peligrosos. Incluso cuentan que estaban a punto de matar a unos policías.

            Oramos y salimos a visitarlos. Fuimos en bote en un viaje de unas 2 horas río abajodesde Pto. Esperanza, la capital de Purús. Cuando ya estábamos muy cerca vimos a un grupo de indígenas que estaban en la orilla y comenzamos a levantar la mano para saludarles, pero nos miraron extrañamente y mientras nos acercamos, ellos comenzaron a gritar y vociferar palabras rudas que nos asustaron, estaban a punto de tirarnos cualquier cosa que hallaran cerca. No pudimos ni siquiera pisar tierra, sino que dimos la vuelta y nos volvimos.  Fue un tiempo en el que nos sentimos humillados y avergonzados.

            Oramos por ellos unos meses. Un día de esos como los que no hay muchos, se me acercó una Mastanawa que nos invitó a su comunidad y era precisamente la comunidad de la que nos echaron. ¿Qué sucedió? Ella había quedado viuda. Pero su esposo antes de morir le contó un sueño: resulta que su esposo vio a dos personas que llegaban a la comunidad vestidas de un blanco, muy blanco (como dicen ellos), y se quedaron a vivir con ellos. A consecuencia de esa visita su comunidad mejoró en gran manera.                             
             TOHODI, que era la viuda, concluyó diciendo que nosotros éramos esas personas y que debíamos retornar a la comunidad. Desde ese entonces hemos pasado tiempos muy hermosos con ellos. Actualmente nos une una buena amistad con ella y otros mastanawas de esa comunidad.

            El haber sido humillado y avergonzado, no fue solo esa vez sino en varias ocasiones y sabemos que cuando suceda debemos aprovecharlo al máximo porque Dios lo encamina para bien. En el trabajo con otra cultura con costumbres y tradiciones diferentes a las nuestras, de hecho se sufrirá humillación y vergüenza.  Es parte de la misión.

 

 

JESÚS, MI HERMANO


Imagen bajada de internet.
            Muchas veces la comunicación con los amigos, hermanos o familiares se hace difícil cuando estás en el campo misionero, hay tiempos en los que pasan hasta semanas sin comunicarnos con nadie y como todos saben que hemos sido hechos para vivir en comunicación, entonces necesitamos charlar con alguien de algo para satisfacer esa necesidad.
            Ya habían pasado algunas semanas y no nos comunicamos con nadie, entonces decidí llamar a un amigo cristiano que sabe que somos misioneros en una zona alejada y le saludé y comencé a entrar en charla, pero me cortó. Me dijo que estaba ocupado y que me iba a devolver la llamada… la llamada no se devolvió. Fue un momento muy triste que lo dirigimos a Dios que lo sabe todo.

            Escribí esta canción:

                    Eras uno más cuando corrías entre los niños.
                        En medio de los juegos estabas tú.
                        En el mercado andabas como uno más,
                        Metido en la carpintería aprendiendo de tu Padre,
                        Fuiste como uno de nosotros.

                                    Jesús, mi hermano, te doy las gracias.
                                    Gracias porque me comprendes,
                                    Gracias porque te identificas conmigo,
                                    Gracias por la esperanzas que me das,
                                    Y por la libertad de llamarte hermano.

                        Jesús, no te importó vivir como un pobre de provincia,
                        Caminar de pueblo en pueblo, día tras día.
                        No te importó no tener dónde descansar,
                        Ni tener techo al llegar la noche.
                        Fuiste como uno de nosotros.
                        
                        Buscaste vivir entre imperfectos y débiles,
                        Sentiste tristeza por ellos y les diste la mano.
                        Hasta perdonaste a los que te entregaron,
                        Queremos ser como tú, ya no como soy,
                        Porque fuiste como uno de nosotros.

NO PUEDO AGRADAR A TODOS
Apoyando a mestizos en Pto. Esperanza
            Las veces que tenemos que viajar a Purús, nosotros alistamos las cosas que vamos a llevar y compramos algunas cosas personales y otras para compartir con los indígenas. Por ejemplo llevamos para compartir anzuelos, hilo nylon, cartuchos, algo de ropa, galletas… En la medida de lo posible tratamos de hacer un intercambio cuando la situación se da, pero en otras no se puede hacer y esperamos la respuesta de los Mastanawas.
            Cierto día, después de hacer intercambio con nuestros amigos Mastanawas, se acercó a la casa un ancianito que no es de la etnia Mastanawa y se enteró que estaba dando anzuelos y me dijo que le regalara y le respondí, - Lo siento, pero no regalo, sino puedo cambiar con algo -. Entonces, me dijo que me iba a traer pescado. Entonces, con algo de desconfianza le entregué un par de anzuelos con su respectivo hilo.
            Por la tarde, el anciano volvió y me trajo algunos pescados. Esa es la respuesta que buscamos en ellos.
            Lo interesante fue que los mastanawas se enteraron de lo que pasó con el anciano y con un poco de celo me reclamaron: ¿Por qué das anzuelos al que no es de nuestra etnia?  No les di una prédica sobre el amor al prójimo, pero les dije que también hay otros pobres a los que hay que ayudar. Algunos de ellos entendieron y comenzaron a contar historias de cómo ellos también ayudaron a otros. Pero otro grupo de los que reclamaban no entendió y se fueron molestos.
            Después pensé que había hecho mal y que lo mejor hubiera sido hacerlo en oculto o mejor no hacerlo, pero luego comprendí que no es así porque cuando me pongo a pensar en Jesucristo, veo que él no agradó a todos, unos le siguieron y otros fueron sus enemigos. Incluso algunos de los que creyeron en él no se agradaban de sus palabras.
            Bueno, agradaremos a unos y a otros no, lo que trae paz es hacer la voluntad de Dios.
 
 

Con mi esposa Noemí en el puerto de Purús
Me avergüenzo de ser el misionero que soy
            He leído muchas y muy interesantes historias de misioneros, y admiro el trabajo que hicieron. En esas obras literarias aparecen los éxitos en el trabajo del misionero y si tuvieron tribulaciones de igual forma salieron triunfantes. Estas historias me animaron mucho y a la vez uno también quiere vivir lo que ellos vivieron porque son nuestro ejemplo como misioneros en lugares remotos.
            En mis primeros meses en el campo todo andaba bien y nos sentíamos como el mono en el árbol (pez en el agua), y no había nada que nos quitara ese deseo cumplido, un sueño que por fin se cumplió, gracias a Dios. Sin embargo, cuando pasaron los meses, comenzó a suceder algo que no habíamos vivido antes. Algo que no lo había leído en las biografías de los misioneros y algo que remotamente no lo teníamos en cuenta.
            Parecía que nuestro amor por los indígenas estaba desapareciendo y a cambio comenzaba aparecer un disgusto hacia ellos; nuestra aceptación, a pesar de la suciedad en la que ellos viven, se transformaba en incomodidad; sus visitas, aunque venían para pedirnos sus necesidades, que en un inicio eran algo así como celestiales, se fueron convirtiendo en visitas molestas… no comprendíamos por qué sucedía esto y es en ese tiempo que comencé a recordar las historias de los misioneros que parecían semi-divinos, entonces, en comparación a ellos, el que escribe estas líneas parecía un vil pecador, minimizado a lado de los supermisioneros. Me avergonzé de ser un misionero con esos sentimientos.
            Puedo argumentar a mi favor que fue producto del choque cultural y que todos los misioneros pasamos por eso, pero hay algo más profundo y es que no debo de compararme a ningún otro misionero porque soy único para Dios. En realidad, eso también sucede en otros entornos, con otras personas y nos equivocamos al compararnos y no ver que somos seres humanos exclusivos, sin copia ni duplicado porque nuestro DIOS ES CREADOR Y NO UN DUPLICADOR.
 




    ¿De dónde viene y a dónde va el viento? (Juan 3:8)

imagen bajada de internet
            En los tiempos de Jesús esa era una pregunta que no se podía contestar porque no tenían la tecnología respectiva para averiguarlo, pero hoy en día sí se puede responder esa duda. En la aviación a diario se pregunta y se responde especialmente al decolar y aterrizar, momentos cruciales.                                     
           Pero Jesucristo no apunta a responder tecnológicamente esa pregunta, si no que Jesucristo está queriendo dar a entender que un cristiano controlado por el Espíritu Santo va por caminos que al hombre común le son extraños, desconocidos y no puede determinarlos porque son caminos del Espíritu.
 
            Después de nuestra preparación transcultural, lingüística y bíblica, nos sentimos como que ya conocíamos lo suficiente para trabajar en el campo y cada vez que entrábamos en duda, solo tendríamos que recordar lo aprendido y solucionar los problemas, pero poco a poco nos dimos cuenta que una es la teoría y otro cantar es poner en práctica la teoría… ocurrió en varias ocasiones que no recordamos lo aprendido, buscamos los manuales queriendo encontrar la solución a las contrariedades, pero no la encontramos.
            Qué fácil se hace cuando algo o alguien te dice lo que debes hacer, eso es bueno cuando uno está en preparación, pero cuando ya estás en el campo mismo, muchas veces no hay quién te dé la solución, no hay quién te muestre el camino. En ese momento es cuando uno debe escuchar al Espíritu Santo. En realidad, en todo momento uno debe ser guiado por el Espíritu Santo, pero hay momentos en los cuales lo aprendido terrenalmente no es suficiente y es necesaria una relación profunda con Dios para que la puesta en práctica de su voluntad no sea un misterio insondable.
            Gracias a Dios que tenemos la Biblia, el leerla nos instruirá en el camino de Dios y también nos animará, nos renovará y nos infundirá fortaleza para continuar.
 
 

En Pucallpa, descansando.
TIEMPO DE DESCANSO
            En una ocasión nos quedamos en Purús por 5 meses y es complicado que nuevamente nos volvamos a quedar un tiempo así. Normalmente nos quedamos entre 2 y 3 meses y luego salimos a Pucallpa a tomar un nuevo respiro. Mientras estamos allá tratamos de avanzar en nuestras responsabilidades, pero llega el momento en el que nos sentimos un poco incómodos. ¿será tiempo de tomar un respiro?
            Ni bien llegamos a Purús, hay cosas que nos incomodan por el mismo estilo de vida que llevamos allá, que es distinto al de la ciudad. Eso dura un par de semanas más o menos. A ese tiempo le hemos llamado “mini choques”. Nos sentimos inconformes con lo que nos falta y lo que deseamos tener y no tenemos. Gracias a Dios ese tiempo pasa y luego nos estabilizamos.
            Sin embargo, pasados unos meses de estar en el campo misionero, esas incomodidades retornan y muchas veces se plasman en discusiones, impaciencia, inquietud… sucedió un día de esos que era domingo y los domingos nosotros cerramos el cerco del terreno con cadena y candado para que nadie entre y nos dejen en nuestro tiempo con Dios. Los Mastanawas ya saben que ese día es para Dios, también lo hacemos porque otras personas nos buscan para cosas que no son urgentes, en especial los niños que siempre vienen a pedir fruta.
            Mientras estábamos en la casa, comenzaron a gritar desde el cerco, eran vecinos que nos pedían medicinas… Resolvimos el asunto. Luego otras personas vinieron para pedir otras cosas que ahora no recuerdo. Nosotros ya nos estábamos incomodando. Finalmente de un momento a otro vino un amigo mastanawa y se apareció en la puerta de la casa con una gran sonrisa. Le pregunté: ¿Cómo entraste?. Me respondió: Por encima del cerco…
            Para ellos es normal pasar cercos porque saben muy bien subir a los árboles. Ahora, nosotros entendimos que nuestras impaciencias y nuestras turbaciones son señales de que necesitamos un descanso. Muchas veces nos sentimos mal, pensando que somos un mal ejemplo como misioneros por nuestras debilidades, pero con la experiencia que tenemos nos damos cuenta de que somos seres humanos como cualquier otro; por lo tanto también necesitamos de un tiempo de respiro.
                                               Y tú… ¿necesitas un descanso?
 

Viajando por el rio Purús
STOP: ora y actúa
            Hay momentos que de repente se vuelven apremiantes, urgentes, que nos piden tomar una decisión ya, y nos envolvemos en dudas sin saber qué hacer. Recuerdo estas propagandas en la TV. que anuncian productos que tenemos que comprar porque si no la felicidad nos será ajena. Su lema es: ¡compra ya! ¡compra ya! ¡cooompra ya! Como nuestra sociedad está invadida de soluciones rápidas para todo, entonces muchas veces nos vemos influenciados a tomar la decisión ya.
            Recuerdo que, cuando nos encontrábamos en el río Purús, visitando las comunidades mastanawas una por una, llegamos a Katay, una de las principales comunidades que se enorgullecen de ser puramente mastanawas, sin mezcla. Años atrás esta comunidad era una de las más grandes entre todas las comunidades de Purús, incluidas todas las etnias que hay por esos lugares. Cuando encallamos en el puerto de Katay, no había gente para recibirnos, pero de pronto se acercaron unos niños y al preguntarles por sus padres, ellos no respondían, algo estaba mal.
            Conversando con nuestro motorista del bote, él nos dejó a nuestra decisión el entrar o no a la comunidad, Yo no sabía qué hacer. Creo que, en particular con los mastanawas, uno debe tener mucho tino porque ellos son muy rebeldes, les gusta la pelea, el alcohol, los pleitos… En ese tiempo todavía no nos conocían muy bien.
            Bueno, entonces me detuve, hice una oración muy corta: “Espíritu Santo, guíame”. Luego, tomé la decisión de no entrar en la comunidad y pasar a la siguiente donde nos quedamos. En esa misma comunidad nos contaron que en Katay estaban tomando bastante y estaban borrachos.
            Qué sencillo es hacer una pequeña oración en un momento apremiante, pero su implicancia es mucha porque muestra tus dudas, muestra tu dependencia de Dios y muestra que necesitas ser guiado por Él.
¿Qué tanto cuesta hacer una oración corta?