sábado, 21 de septiembre de 2013

Con mi esposa Noemí en el puerto de Purús
Me avergüenzo de ser el misionero que soy
            He leído muchas y muy interesantes historias de misioneros, y admiro el trabajo que hicieron. En esas obras literarias aparecen los éxitos en el trabajo del misionero y si tuvieron tribulaciones de igual forma salieron triunfantes. Estas historias me animaron mucho y a la vez uno también quiere vivir lo que ellos vivieron porque son nuestro ejemplo como misioneros en lugares remotos.
            En mis primeros meses en el campo todo andaba bien y nos sentíamos como el mono en el árbol (pez en el agua), y no había nada que nos quitara ese deseo cumplido, un sueño que por fin se cumplió, gracias a Dios. Sin embargo, cuando pasaron los meses, comenzó a suceder algo que no habíamos vivido antes. Algo que no lo había leído en las biografías de los misioneros y algo que remotamente no lo teníamos en cuenta.
            Parecía que nuestro amor por los indígenas estaba desapareciendo y a cambio comenzaba aparecer un disgusto hacia ellos; nuestra aceptación, a pesar de la suciedad en la que ellos viven, se transformaba en incomodidad; sus visitas, aunque venían para pedirnos sus necesidades, que en un inicio eran algo así como celestiales, se fueron convirtiendo en visitas molestas… no comprendíamos por qué sucedía esto y es en ese tiempo que comencé a recordar las historias de los misioneros que parecían semi-divinos, entonces, en comparación a ellos, el que escribe estas líneas parecía un vil pecador, minimizado a lado de los supermisioneros. Me avergonzé de ser un misionero con esos sentimientos.
            Puedo argumentar a mi favor que fue producto del choque cultural y que todos los misioneros pasamos por eso, pero hay algo más profundo y es que no debo de compararme a ningún otro misionero porque soy único para Dios. En realidad, eso también sucede en otros entornos, con otras personas y nos equivocamos al compararnos y no ver que somos seres humanos exclusivos, sin copia ni duplicado porque nuestro DIOS ES CREADOR Y NO UN DUPLICADOR.
 

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