BASHARO
DE
BASHAROS Y OTROS ANIMALES MÁS…
La última vez que me fui de viaje a la comunidad, lo hice sin mi
querida esposa, ya que ella se encuentra embarazada y se quedó en la casa de
Puerto Esperanza. Tuve la oportunidad de quedarme varios días y compartir con
los indígenas su comida, su juego, su pesca, su caza, etc. Esta última
actividad me llama mucho la atención y me agrada el acompañar a los hombres
cada vez que van de caza. Aunque no se habla mucho cuando estamos dentro del
monte para no ahuyentar a los animales, yo les hago varias preguntas en su
idioma para así aprender nuevas palabras que solo las aprendes dentro del monte
y cuando vas de caza.
Por otro lado, también hemos encontrado diferentes animales los cuales
en su mayoría sacian el hambre de los indígenas. Recuerdo algunos animales que
me causaron miedo y sorpresa. Por ejemplo un día encontramos una boa de unos 7
metros que había comido algún animal y que estaba soleándose en un pequeño
riachuelo. Para mí fue algo que nunca antes había visto y gracias a Dios no nos
pasó nada. También encontramos un mono de color blanco que los mastanawas
tienen miedo de cazar porque dicen que es el diablo mismo. Un pequeño animal
parecido al cui, que se llama añujillo y que cuando mi esposa lo preparó fue
algo muy delicioso. En pleno río encontramos un oso perezoso que había quedado
atrapado en una rama y que no podía llegar a la orilla. Le salvamos la vida con
un palo llevándolo a tierra firme. Encontramos al famoso mono “coto” que cuando
grita se escucha a grandes distancias.
En mi última salida, mientras caminábamos encontramos huellas frescas
de un tigre “otorongo”, cuando esto sucede tenemos mucho cuidado porque el
tigre es el único animal que ataca a los humanos. Éramos tres personas y yo
estaba al medio, el indígena que habría paso de un momento a otro dijo:
¡basharo!, tigre, tigre. Comencé a temblar pero seguí caminando sin hacer
ruido, al acercarnos a un árbol, vimos que el básharo al que se refería el
indígena era una cría de tigre, que se subió inmediatamente al árbol, y desde
arriba nos comenzaba a amenazar con sus gruñidos. Contemplamos un momento a la
cría del animal más feroz de la selva, luego nos fuimos porque probablemente su
madre estaba muy cerca.
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