UN MUNDO NO APTO PARA DÁVILA
Esta es una historia que amerita tu atención y te sugiero sentarte
cómodamente.
Desde que entramos a Purús en el 2010, conocimos a un mastanawa
que entre todos sus paisanos es uno especial, no solo por su tumor en la nariz,
sino por su estilo de vida que fue originada por la vergüenza de llevar la
tumoración desde su nacimiento. Es una vida como muy pocas porque vive con la
mano en la nariz, como quien oculta su vergüenza, aunque esta se nota a simple
vista. Así sea de noche siempre lleva sus infaltables gafas oscuras, a lo
Matrix, solo que él lo lleva porque perdió uno de sus ojos en una pelea (a lo broncano) con un indígena de otra
etnia. Me cuenta que al día siguiente de su pelea despertó todo desangrado y
viendo la mitad que antes veía.
Dávila es su nombre y él no lo sabía hasta hace unas semanas atrás
cuando me fui a registros civiles a sacarle, de una vez por todas, su partida de nacimiento que nadie recordaba que tenía.
Toda una vida le llamaron Franklin
y ahora se enteran que ese no es su nombre sino que alguien lo registró, hace
muchos años en su comunidad, con el nombre de Dávila.
Tiene 33 años cumplidos en junio del presente y él una vez más, no lo sabía. No sabe leer ni
escribir, tiene temor a agarrar un celular porque no sabe cómo es que funciona…
¿Y qué es lo que sabe? Bueno, sabe que cuando sale de su comunidad
a Puerto Esperanza debe hacerlo por la noche para que menos cantidad de gente lo
vea. Sabe que nunca se va a casar porque a las mujeres les da vergüenza estar
con alguien como él. Sabe que su madre sufre por él y eso sí que duele hasta a
un mastanawa.
En sus aventuras nocturnas en el pueblo de Puerto Esperanza se
emborrachó muchas veces, y en medio de peleas, cometió actos fuera de la ley,
por los cuales lo denunciaron y por años vivió con la idea mentirosa de estar
requisitoriado, ese fue otro motivo para marginarse de la sociedad. Gracias a
Dios que las denuncias fueron con el nombre que no era su nombre.
Ahora estamos en Pucallpa y él no para de sorprenderse de los
carros, camiones, tráileres, cantidad de motos como moscas y del pollo a la
brasa que comió por primera vez con su inca cola para comenzar a identificarse
como peruano. Creo que con otras comidas recién va a querer ser peruano, porque
los mastanawas desean ser brasileros a pesar de haber nacido en Perú. Le llevé
al puerto y vio la grandeza del río Ucayali y me dijo: “Toda mi familia me dijo
que este río es hermoso, y es verdad”.
Guauuu, hay tanto que escribir. Pero retornemos al título de la
historia: Un mundo no apto para Dávila. Resulta que siempre hemos deseado y
orado a Dios para que Franklin, mejor dicho Dávila, sea operado y le saquen el
tumor de su nariz y después del ofrecimiento de una iglesia de Lima para
ayudarlo, lo trajimos a Pucallpa y ahora estamos en los trámites de su
documento de identificación y su seguro de salud.
Con su partida de nacimiento me fui al centro de emisión de
documentos de identidad y me dijeron que la partida de nacimiento traída de
Purús no sirve porque le falta un sello del registrador y hay una enmendadura
en una letra. Le conté toda la historia y me dijo que no puede hacer nada si no
le llevamos lo que nos pide. Resulta que no se sabe quién fue el registrador de esa época pero
aparece como el que lo registró, un
mastanawa Jefe de su comunidad de esa época,
que hoy es un viejito muy enfermo y lo sorprendente es que ese viejito no
sabe leer ni escribir. Y el señor que me atendió me pide sello del viejito que
se llama Shiko, mi amigo Shiko de historias anteriores. A todas luces Shiko no pudo haberlo
registrado.
Dávila no puede tener el documento que certifique que es un
peruano, que existe, que aunque sea un iletrado, es un mastanawa de nombre Dávila
con 33 años, que tiene sueños de trabajar como cualquier persona, de salir a la
calle sin vergüenza, que tiene deseos de algún día casarse y tener hijos… “Estado Peruano, Dávila está vivo”.
Me pregunto, Cuántos Dávilas habrá en el mundo.
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